viernes, 30 de agosto de 2019

BORN TO BE FREAK. (2a. Parte, los años 70's)






Resultado de imagen para la guerra de las galaxias poster     Hace mucho tiempo, en esta misma galaxia, en el año de 1977 para ser más precisos, ya habíamos dejado la ciudad de León Guanajuato y vivíamos en la gloriosa ciudad de México y fue precisamente en ese año que mi santa Madre me llevó al cine a ver una película que cambiaría mi vida, afirmando mis tendencias “frikis” definitivamente, el filme fue, obviamente, “La Guerra de las Galaxias. Recuerdo que fuimos al cine “la Raza” que estaba algo retirado de casa, era un cine grande, esos que ya no existen ante el advenimiento de los complejos de salas múltiples y el ver la secuencia inicial en una sala enorme, con una pantalla más grande que la vida misma, en donde dos naves espaciales luchaban, la aparición del villanísimo (después venido a menos, ni hablar) Darth Vader, el escape de los robots “Arturito” y “Citripio” (R2-D2 y C3-PO, que era como los habíamos castellanizado en aquel entonces) por el desierto, la aparición de Luke Skywalker, Ben Kenobi, Han Solo y Chewbacca en sus increíbles aventuras a bordo del Halcón Milenario y muchas escenas que todos conocemos bien fueron una experiencia de esas de “una vez en la vida”, de hecho, esta fue por muchos años mi película favorita, y es que la verdad, en ese año, no existía nada mejor para un niño de siete años.

     Está de más decir que Star Wars fue un fenómeno, no solo de taquilla, sino cultural, provocó que muchos niños nos interesáramos por la Ciencia Ficción, los géneros fantásticos y hasta la ciencia misma (la astronomía, de manera más específica, irónicamente, porque aunque Star Wars es Sci-Fi, apela a fuerzas sobrenaturales como la fuerza y demás analogías con las filosofías orientales y del New Age, pero éste sería el inicio de mi camino hacia el escepticismo y a la verdadera ciencia), así que podemos decir también que parte de esta revista es consecuencia de ella, bendito George Lucas...

     Pronto aparecieron copias de nuestra otrora película favorita, recuerdo filmes como la súper kitsch “Star Crash”, con Christopher Plummer, o “Batalla más allá de las Galaxias” de Roger Corman, que era más bien un “revisión” de los Siete Samurais de Kurosawa ambientada en el espacio exterior.

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     Pero si de estas películas que pretendieron aprovechar el éxito de Star Wars destacó una, fue la “película” que se llamaba: “Galáctica: Astronave de Combate” que se exhibía con un sonido especial llamado “Sensorraund”; y digo película entre comillas por que se trataba en realidad del piloto de una serie de televisión que veríamos muy pronto.

     Ciertamente “Galáctica” era visualmente casi una calca de Star Wars (comprensible hasta cierto punto, ya que John Dykstra, quien realizó los efectos especiales, era el mismo que había trabajado con Lucas), pero la saga de Glen A. Larson desarrolló una mitología propia. Basada en los libros seudocientíficos de Erich Vön Daniken, Galáctica trataba sobre el éxodo de nuestros hermanos cósmicos quienes huían de la tiranía de una raza de robots llamada Cylones (Cylons, originalmente, pero en esa época todo se castellanizaba de alguna manera). Los mismos Cylones, así como la nave Galáctica y sus personajes: el Comandante Adama, los pilotos Apolo y el sarcástico Starbuck, así como del perro robot “Muffit-2” nos brindaban nuestras buenas dosis de Sci-Fi por televisión alegrándonos la existencia.


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     Pero no todo era Space-Opera en la Sci-Fi, también por aquellos años Steven Spielberg nos ofreció una película visualmente sorprendente, aunque basada también en una seudo-ciencia (la Ufología, específicamente), la película fue “Encuentros cercanos del Tercer Tipo” que nos ofrecía una “invasión” de Objetos Voladores No Identificados con un propósito que resultaría más bien benévolo, la combinación de la música y los sorprendentes efectos especiales convencieron al más escéptico inclusive.

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     Una de las principales consecuencias de este boom de la Sci-Fi fue sin duda el regreso de una vieja serie de televisión que se convertiría en una importante franquicia cinematográfica: “Viaje a las Estrellas, la película”. Confusa, algo larga y hasta incomprensible para niños menores de siete años ya que a diferencia de las sagas anteriormente mencionadas, ésta se apoyaba en conceptos más científicos, aunque no la entendí del todo, sus alucinantes imágenes bastaron para atraparnos de alguna forma y garantizar que volveríamos al cine a ver las aventuras del Capitán Kirk, del Señor Spock y demás miembros de la tripulación del Enterprise en el cine.

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     Pero no todo era Ciencia Ficción para aquel pequeño “Freak”, los súper-Héroes también volverían al año siguiente (1978), solo que en el cine con la extraordinaria película de “Supermán”, con el que muchos consideramos como el Clark Kent definitivo: Christopher Reeve. La publicidad nos decía que “Creerás que un hombre puede volar” y la película cumplió su promesa, claro que actualmente los efectos especiales han superado a la técnica del film de Richard Donner, pero en esa época eran de antología. Supermán fue siempre uno de los héroes de nuestra infancia que adquiría vida de una manera simplemente impresionante.

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     Pero los súper héroes también crecerían en los comics, al menos para mi, un tío al que quise mucho leía muchas revistas que yo desconocía, y cuando lo íbamos a visitar a su casa era siempre para mi una fiesta ya que tenía un mueble muy pesado (creo que era una cava) que tenía que empujar con todas mis “juerzas” (que no eran muchas, desafortunadamente, así que nunca pude descubrir el tesoro en su totalidad) en donde descubrí que guardaba muchas revistas y ahí conocí muchos “cuentos” del Hombre Araña, pero también de unos súper héroes que no conocía, entre los que destacaban “Los Cuatro Fantásticos”, leer las aventuras de Reed, Sue, Johnny y de Ben contra villanísimos como El Doctor Doom, el Hombre Topo o Galactus en un entorno súper heroico mezclado con Sci-Fi, así como conocer a otros personajes que aparecían ocasionalmente como “El Deslizador de Plata” o “Thor” eran una gozada…

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     Pero mi tío leía también unas revistas en inglés, unos comics para “adultos”, él leía unas revistas que se llamaban: “Heavy Metal”, “Creepy” y “Vampirella” entre muchas otras… Ciertamente se me revelaban otros universos y realidades, pronto nombres como Boris Vallejo, Frank Frazetta, Richard Corben, Moebius y muchos otros se convertirían en referentes obligados. Como eran en inglés yo no podía leerlos, pero si los hojeaba, y sus sorprendentes imágenes me trasladaban a mundos fantásticos e increíbles. Creo que el no saber inglés en esa época me ayudó a desarrollarme como escritor, aunque yo no sabía eso en aquel entonces, ya que al no comprender las historias yo mismo me inventaba las posibles tramas de esas revistas, y creo que algunas de mis propias historias eran mucho mejores que las que escribían los autores originales, eso lo constaté ya mayor y con conocimiento de causa.

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     También, a finales de esa década maravillosa se estrenó una película que no vi en su momento, por que no me interesaba en ese entonces y por que además era para “Adolescentes y Adultos”, sin embargo, fue un filme de esos que hizo época, el soundtrack, interpretado en su mayoría por el grupo musical “The Bee Gees” sonaba prácticamente en todas las estaciones de radio, en fin, fue tal su éxito que fue una gran influencia en diversos programas de televisión, anuncios y en la moda de vestir, así que aunque no la hubieras visto sería una influencia importante, ¿su título? “Fiebre de Sábado por la Noche”, desde luego, con una figura que también sería un ícono de esa época: John Travolta.

     Grupos como Kiss, Abba, Tavares y muchos otros sonaban en la radio, musicalizando la primera parte del soundtrack de nuestra vida, al igual que éxitos deantaño que todavía sonaban fuerte: The Beatles (que apenas tenían unos pocos años de haberse separado), Elvis Presley y muchos otros más…

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     La televisión nos ofrecía Galáctica, pero también una serie que nos marcaría definitivamente: “Hulk, el Hombre Increíble” con la dupla de Bill Bixby y Lou Ferrigno como David Banner y el Hulk respectivamente. También veíamos a finales de la década “Odisea Burbujas”, un programa que nos deleitó a varias generaciones de niños mexicanos ofreciéndonos aventuras y cultura con los imaginativos viajes que el profesor Memelovsky y sus asistentes, Patas Verdes, Mafafa Musguito, Pistachón Zig-Zag y Mimoso Ratón (un sapo, una lagartija, un abejorro y un pequeño ratón, respectivamente) realizaban por el espacio, el tiempo y el mundo de la imaginación mientras se enfrentaban al malvado Eco-Loco, miembro del CYDA (En serio, así se llamaba, ya que eran las siglas de: Contaminadores Y Destructores Anónimos).

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     De Japón nos llegó una serie que también hizo época: “Señorita Cometa”, en donde una “Aprendiz de Hada” tenía que trabajar como institutriz (la verdad era la “chacha”) de dos traviesos niños que se llamaban “koji” y “Takeshi” (nombres que le valieron el apodo a muchos de nuestros amiguitos). “Señorita Cometa” era una serie fantástica llena de magia, mezcla de animación y acción real, títeres, y efectos especiales, realmente la extrañamos.
También, en aquel entonces, en canal 13, que en esa época era del gobierno, transmitieron una fantástica y alucinante serie inglesa: “Doctor Misterio” (sí, el mismísimo Doctor Who),quien era un tipo muy simpático de unos cuarenta años con peinado a la “Afro”, gabardina y una larga bufanda de rayas de colores que viajaba por el espacio y el tiempo en su máquina llamada TARDIS que en su exterior tenía la forma de una cabina de teléfono inglés, pero que en su interior era enorme. Muchos años después descubriría que el Doctor era un extraterrestre que podía cambiar de cuerpo hasta doce veces, la encarnación que conocimos en aquel entonces era la cuarta interpretada por el genial Tom Baker, pero esa es otra historia…

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     La verdad, fueron buenos tiempos para ser un pequeño Freak, aunque las cosas cambiarían con la llegada de una nueva década que nos ofrecería nuevas emociones, comics, películas, programas de televisión así como de algo nuevo que se llamaría: “Video Juegos”, mismos de los que les hablaré en la próxima entrega. 

martes, 27 de agosto de 2019

MAD. Crónica de una muerte más o menos anunciada.


Sería el año de 1975 o 1976 cuando tuve conocimiento de la revista MAD, mi papá llevó una a casa y por alguna extraña razón no nos permitió a mis hermanos y a mi hojearla (esto se salía de lo común, ya que era raro lo que mis padres nos prohibían leer, es más, fuera de una Playboy que compró mi padre y esta fueron las únicas cosas que nos prohibieron). Recuerdo la portada, el icónico rostro de Alfred E. Newman que abarcaba casi toda la cubierta, y él a su vez, se encontraba medio cubierto por una especie de neblina verde.

A escondidas y con descuido de mi padre, o tal vez, dejándola él a propósito a nuestro alcance por quien sabe qué extraña pedagogía conductista para nuestra educación, la pude hojear. Sólo recuerdo un chiste, el de un arquitecto que le dejaba los planos a los obreros de una construcción y con los mismos aplastaban una mosca, dando como resultado la construcción de un edificio que en el frente marcaba la gigantesca silueta de la mosca en relieve, para mi joven edad resultó graciosísimo.
Ahora entiendo que la razón por la cual no nos permitían verla de niño era por el espíritu irreverente de la revista misma, y es que MAD (Locura, en una traducción literal), desde su primera aparición original en USA en 1952 por el editor William M. Gaines, como respuesta a la censura y caza de brujas ante las revistas de historietas debido al ambiente anti-comunista que permeaba a Estados Unidos, fue siempre una publicación trasgresora que se caracterizaba por sus sátiras al cine, la televisión, la política y en general al “American Way of Life” mismo.

No recuerdo mi siguiente encuentro con la revista MAD, pero seguramente fue la edición mexicana que se editaba desde Monterrey bajo el título de “MAD EN ESPAÑOL” que se publicaría desde Mayo de 1978 hasta una edición especial en 1983, publicando un total de 51 números y algunos ejemplares especiales. Esta edición se caracterizaba sobre todo por su traducción con demasiados localismos (e innumerables faltas de ortografía y redacción, que, hay que decirlo, le brindaban cierto encanto), esto no era nada malo, por el contrario, hacía que la revista fuera no sólo más cálida y divertida, sino más cercana a nuestra idiosincrasia. Un ejemplo fue la parodia de la película “El Imperio Contra-Ataca” (El Imperio contra KK) en donde encontramos este delicioso diálogo de cuando Darth Vader pelea contra Luke (Lucas) Skywalker:

Vader: ¡Lucas, fuiste un verdadero estúpido al querer salvar a tus amigos! ¡Tu destino está conmigo, únete a MI!
Lucas: ¡Never de limón!
Vader: ¡Te daré saludpodery hasta una galaxia entera
Lucas: ¡No! ¡No me convencerás! ¡¡Sácate!!
Vader: …y te daré chavas que son unos cueros!
Lucas: ¡Er… ¿y cuántas chavas?!


De esta manera conocimos a muchos artistas como el inefable Sergio Aragonés, a Don Martin, Dave Berg con su imprescindible sección de “El lado amable de…”, Mort Drucker y Jack Davis con sus parodias de películas, Al Jaffe y Duck Edwing entre muchos otros más, destacando, para esta edición regiomontana, también con parodias de cine y televisión, el arte de Sergio Flores M.
Posteriormente, en 1985 aparecería una segunda edición regia con el “usual equipo de idiotas”, Sergio Flores incluido, ahora con el título de “MAD EN MÉXICO”; esta edición contaba con menos páginas pero el mismo espíritu corrosivo de siempre, tratando temas como el Rock, el mundial de fútbol México 86 y la Jackson-manía entre otros temas, sin faltar las parodias de cine y televisión. MAD EN MËXICO tendría apenas treinta números para desaparecer de nuestro país por casi una década.


En ese periodo fue que comencé a leer la edición gringa, y para mi sorpresa descubrí algo que no era patente en las ediciones mexicanas, y es que el MAD original también se hacía espacio para la parodia y la crítica política, personajes como Bill Clinton, Richard Nixon o los Bush eran su “péguenle al negro”, en la actualidad hacen escarnio de Donald Trump, también fue en ese periodo de post-adolescencia en que me di cuenta que el humor gringo era muy diferente al humor mexicano, así que entendí que la tropicalización de la edición de Monterrey no sólo fue chistosa, sino también bastante ingeniosa y ocurrente, me atrevo a afirmar que es la mejor edición mexicana de la revista que se ha editado, con todo y sus errores ortográficos y de redacción.

Posteriormente se editó una tercera impresión mexicana también llamada MAD EN MÉXICO, dirigida por el Maestrísimo Sixto Valencia (q.e.p.d.). Esta edición corrió de 1993 al 2004 ya desde la ciudad de México, con mejor calidad de papel, en esta destacarían las aportaciones de autores mexicanos como Jesús Jiménez Rubí (Chuy), Alberto “El Negro” Hinojosa, el mismo maestro Sixto y algunos trabajos experimentales de Frik y José Quintero que aunque excelentes, estos últimos desentonaban un poco  con el espíritu de la revista.

Esta edición se caracterizó por presentar algunas traducciones más literales, vamos, le faltaba la tropicalización, además de que en los primeros números se tomaron la libertad de colorear los primeros números (Chisme al margen: Alberto Hinojosa me contó que él fue quien acusó al maestro Sixto con Sergio Aragonés del coloreado, y de inmediato los editores de USA ordenaron que se dejara de colorear, curiosamente, al poco tiempo, el MAD gringo empezó a realizar ediciones en color). Siendo honestos, esta edición no fue muy afortunada, a pesar de contar con grandes talentos, incluso, algunas traducciones carecían de ingenio, al grado que en casos, como por ejemplo, la parodia de “The X-Files” le pusieron “¡Qué tipos!”, o la de Forrest Gump, la titularon así, simplemente, sin nada ingenioso u ocurrente.

            

Hubo una cuarta edición de Editorial Mina en donde destacaron los ingeniosos guiones de León Márquez y Genaro ltamira, en lo local, aparecieron artistas como Bachan, Augusto Mora y Pepeto entre otros, con el regreso de Sergio Flores, quien no apareció en la tercera edición, sin embargo, en cuanto al material original gabacho también adolecieron de traducciones bastante literales. Esta edición ha sido la más larga en la historia de la publicación en México, con 110 ejemplares, aunque curiosamente ha sido la menos popular (al momento de escribir estas líneas y documentarme creía que era parte de la edición anterior).

En la actualidad, editorial Televisa ha publicado recopilaciones de material ya viejo,
como un especial de Spy vs. Spy u otro de lo mejor de Sergio Aragonés, así como un especial con casi todo el material que parodiaba súper héroes y de manera más reciente uno sobre el actual presidente de E.U. Donald Trump, con traducciones que también se quedan en lo literal y sin autores mexicanos.

El día dos de julio se empezó a correr en las redes un rumor que tristemente se confirmaría al día siguiente, la revista MAD original en Estados Unidos cierra; esta revista tiene al momento de escribir estas líneas una continuidad que data desde 1952, con un total de 550 números en su numeración mensual original y nueve ejemplares con nueva numeración y periodicidad bimestral hasta el momento, abarcando así casi 70 años de publicación, la revista continuará publicándose por dos números más al momento de escribir estas líneas y continuarán editándose números con material “clásico” hasta que termine el periodo de vencimiento de lectores subscriptores.

¿Por qué cierra entonces esta revista, que es toda una institución en cuanto al humor y la parodia? La explicación más obvia se debe a las bajas ventas de la publicación, en estos tiempos de inmediatez el competir con publicaciones digitales parece ser una insensatez, y tal vez haya mucho de cierto en esto, sin embargo, uno no puede dejar de cuestionar si hay otros factores más “obscuros” detrás de esto.

El mes de junio pasado salió a relucir la noticia de que el New York Times dejaba de publicar caricaturas políticas, al razón dicen se debió a que…

"Los inconformes aseguran que esta medida se da después de que el rotativo publicó una caricatura con la imagen de Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, como un perro guía, con la estrella de David colgando de su collar, llevando a un presidente Trump con una kipa en la cabeza, dibujada por Antonio Moreira Antunes, un caricaturista portugués, que fue condenada por antisemita al usar imágenes de propaganda nazi."(https://veme.digital/no-mas-caricaturas-politicas-en-el-nyt/).


También, el primero de junio de este año, al caricaturista canadiense Michael de Adder le fue cancelado su contrato en el Brunswick News justo después de haber publicado una caricatura en donde Donald Trump está jugando golf y se encuentra un par de cadáveres de refugiados a los que les pregunta: “¿No les molesta si juego aquí?”. Adder mismo dijo al Washington Post que… “El único tema que se me dijo que era tabú es Donald Trump” (https://www.politico.com/magazine/story/2019/07/01/the-end-times-of-the-political-cartoon).


Parece demasiado coincidente que la revista MAD cierre justamente en estos momentos, sobre todo si revisamos que en recientes ejemplares el escarnio hacia el presidente de Estados Unidos es más que patente, presentándolo como uno de los gobernantes más estúpidos y grotescos con los que Norteamérica ha tenido, ya saben, sospechosista que es uno.

Mas podría haber un tercer factor, aunado a estos dos anteriores, y es que el cierre de esta revista se deba efectivamente a las bajas ventas de la revista en una época en donde la corrección política y la exigencia de una inclusión forzada a las “minorías” (raciales, religiosas, de género o de gustos cinematográficos inclusive) no den lugar a una revista de este tipo, convirtiéndola en algo tal vez obsoleto.

Al igual que los Supermachos de Rius, la revista MAD procuró divertirnos antes que nada, no olvidemos que esa era su misión y su visión, entretener empleando el humor más corrosivo e inmisericorde posible, Y al igual que nuestro maestro michoacano, nos ayudó en algunos momentos a tomar conciencia del mundo en que vivíamos. Alfred E. Newman ha muerto. ¡Que viva el bufón!