jueves, 31 de octubre de 2019

Día de muertos. ¿Tradición o pérdida de identidad?



Voy a ser el abogado del Diablo en esta ocasión, y es que, aunque me agrada mucho la tradición del día de muertos, con todo su sentido simbólico espiritual y su parafernalia, no puedo dejar pasar desapercibido cierto sentido progresista que nos obliga precisamente a cuestionarnos la validez de su sentido de identidad, ya que como dice el cómico y cineasta, Woody Allen: "La tradición es la ilusión de la permanencia".
Para empezar, entendamos primero que significa la palabra “Tradición”; del latín viene de Tradere, que significa ceder o entregar algo, así, la tradición hay que entenderla como algo que se entrega, se transmite (he ahí su pertinencia en tanto fenómeno comunicativo) en este caso de generación en generación a través de los siglos.

¿Cuál es la finalidad de las tradiciones entonces? ¿Por qué su permanencia? Antropológicamente se dice que la tradición tiene la función de asegurar la supervivencia de la especie, de la comunidad, de la familia y del individuo, en las tribus africanas y algunas del Amazonas, inclusive, el  enseñar a los niños a no comer ciertas plantas asegura la continuidad de la familia, el cuidarse de animales salvajes en la alborada de los tiempos o el permanecer juntos garantizaba así la permanencia.
Con el paso del tiempo, cuando el ser humano buscaba sentido al diario acontecer de los fenómenos naturales, tales como la caída del rayo, los temblores e incluso el enfrentarse a estas otras especies más fuertes y veloces que nosotros mismos, se establecieron ritos para confrontar estos fenómenos que nos resultaban incomprensibles. ¿Caía un rayo cerca de un árbol? Probablemente era porque Thor estaba enojado, ¿No llovía y mis sembradíos no crecían? Probablemente había hecho enojar a Tlaloc; ¿Tuve una familia prolija? Hera me había bendecido, ¿Me enamoré de mi vecina y no me pela? Nada más que vea a cupido me las va a pagar…

Así que había que tener contentos a los dioses, y la única manera en que nosotros, mortales podíamos hacerlo era realizando ritos; ritos que con el tiempo se convierten en hábitos, costumbres y consecuentemente, religiones y tradiciones.
Pero si hay un misterio de la naturaleza que aún nos parece insondable, es precisamente el de la muerte misma, ¿Qué pasa después de morir? ¿Qué ocurre con la energía que abandona nuestro cuerpo tras el estertor, nuestro último aliento? ¿Existe una trascendencia de nuestra conciencia? Es en verdad ésta la última gran pregunta que la humanidad aspira desentrañar, más que la del origen del universo mismo, inclusive.

La Muerte, la Parca, la Calaca, la Huesuda. Hades en Grecia, Hela, en la mitología nórdica, Didi, en los comics de Sandman de Neil Gaiman, Mictlantecuhtli, en la mitología Azteca; la Santa Muerte, en estos tiempos. Diosas y dioses que exigen tributo en mayor o menor grado, pero que al final, infligirán el mismo castigo… O recompensa.


Esta antropomorfización de la muerte resulta entonces en esa búsqueda de permanencia, porque la noción de permanencia es el asidero a esta vida que, sin sentido aparente nos hace entenderla de alguna manera, nos da la ilusión, la esperanza de continuidad, y eso es lo que nos hace perpetuar nuestros ritos y tradiciones, la esperanza de la continuidad de aquellos que hemos perdido, el mantenerlos vivos de alguna manera. Es por eso que cuando hablamos de la muerte, es imposible separarla de la vida... ¿Qué sería de la muerte, precisamente si no existiera la vida? Así, esta entidad dual (ya que la vida misma define así a la muerte) nos brinda también un sentido de identidad, existimos mientras comemos, mientras hablamos, mientras pensamos, mientras respiramos, mientras nos encaminamos a la muerte misma.
Así, hacemos a la muerte nuestra, le damos forma, color, le damos vida, la Catrina es tal vez ese símbolo nacional inherente en nuestra tradición del día de muertos, aquel en donde asumimos esta identidad que tanto queremos o pretendemos defender.

La ciencia, con su inefable utilitarismo y practicidad, aunque ha respondido a muchas de las incógnitas de la vida, y aunque ha tratado también de dar respuesta al gran misterio de la muerte, no ha sido un impedimento para que esta tradición siga más viva que nunca; pero es precisamente ese sentido utilitarista el que ha reducido al mundo de tamaño, y estos ritos y tradiciones de la muerte cambian inexorablemente, el radio, la televisión, el cine, internet, los medios de comunicación en síntesis, han generado un intercambio de diferentes concepciones de la muerte, imponiendo otras tradiciones pero también tomando elementos de la nuestra.
De esta forma, las representaciones culturales con respecto a la muerte también se convertirán en productos comerciales, productos culturales, aquellos que según Adorno y Horkheimer carecían de valor estético, ya que al ser reproducciones en masa perdían su esencia artística, sea lo que sea que ellos querían decir.
Pero… ¿Por qué la masificación de un producto artístico y cultural se depreciaría al estar al alcance de las masas? Parecería más bien que debería tratarse de lo opuesto, una obra puede pasar por el rasero de la aceptación popular, tal vez esto no nos diga mucho en cuanto a su calidad como obra artística, pero sí de su impacto social y por lo tanto identitario. ¿No acaso la película “Coco” de Pixar y Disney generó un impacto cultural en el pueblo estadounidense en cuanto a que empezaron a asumir elementos de nuestra celebración de Día de Muertos a su Halloween?
Es el mismo Walter Benjamin quien sentencia que “La autenticidad de una cosa es la quintaesencia de todo lo que en ella [es], a partir de su origen, puede ser transmitido como tradición, desde su permanencia material hasta su carácter de testimonio histórico.”

Así, podemos interpretar que en estos tiempos de globalización e intercambio y eclecticismo cultural, la identidad nacional es una que se encuentra en constante cambio y evolución, es la quintaescencia de la que nos habla Benjamin en estos tiempos tan marcados por la inmediatez y el desarrollo tecnológico. Tal vez peco de optimista, pero no veo cercano el fin de la tradición del Día de muertos, mas sí una evolución y un cambio en el mismo, que mezcla precisamente toda esta concepción de tradición con la modernidad, ya que, como diría Winston Churchill: "Sin tradición, el arte es un rebaño de ovejas sin pastor. Sin innovación, es un cadáver".
Es por esto que seguiremos rendiremos culto a la muerte a través de nuestras tradiciones, es imposible dejar de lado o borrar de la memoria a aquellos que nos precedieron y que nos legaron precisamente esta tradición, que como ya señalé, nos define como seres vivos. Porque tal vez sí haya algo peor que la muerte misma, y eso es, el olvido. Que viva la muerte, que siempre estará viva.

martes, 3 de septiembre de 2019

Creer o no creer.


Resultado de imagen para quiromancia

     Hace ya un tiempo, una alumna mía me preguntó a cual signo zodiacal pertenecía, con la mayor cortesía de mi parte le hice saber que no creo en la astrología a lo que ella me respondió que la palabra “creencia” significaba “falta de conocimiento”. No me parece una definición del todo errónea, aunque personalmente por creencia yo siempre he interpretado esa palabra como la “aceptación de algo sin un valor fundamentado”. Para no errarle, la definición del Pequeño Larousse Ilustrado versa: “Asentimiento y conformidad con una cosa” y en una segunda acepción dice: “Completo crédito prestado a un hecho o noticia”. Después mi alumna me habló que ella había estudiado además la Cábala, Quiromancia y demás cosas.

     Es curioso que el hecho de que si a uno le gusten cosas como la Ciencia Ficción o la Fantasía lo conviertan a uno en blanco para tratar de venderle ideas seudocientíficas o simplemente considerarlo a uno como un gurú de lo sobrenatural (neta, me ha pasado). La verdad de las cosas es muy diferente, el hecho que me gusten las películas de terror, específicamente de fantasmas, en un caso dado o en monstruos o vampiros  no implica que crea en ellos (otra alumna me contaba que tras leer La Biblia de los Vampiros le había cambiado su forma de pensar, si, creía que los vampiros existen…), de hecho, el gusto por estas cuestiones es precisamente por el hecho mismo de ser irreales ¿no sería muy aburrido y cotidiano que existieran realmente esas cosas?

Resultado de imagen para la biblia de los vampiros
   
     Es lo mismo con los fans de cualquier otro género o afición, vamos, el hecho de que me guste el fútbol americano o el basketball no implica que sea jugador profesional o que siquiera los practique a nivel aficionado (en una nota más idiosincrática y políticamente incorrecta, el hecho de que me gusten los musicales no me hace gay).

     Mantener una postura escéptica basada en la razón es una de las cosas más difíciles de comprender para muchas personas que piensan que uno es menos espiritual, casí, casi el Anticristo o el Chamuco mismo, y que es necesario creer en algo (no hablemos de mi ateísmo, cada vez más recalcitrante ante el fanatismo y el descaro mercachifle de ciertas sectas y agrupaciones), pero son el mundo material y el de la razón lo que nos atan a la realidad, fascinante en si misma con sus misterios de la naturaleza misma sin tener que recurrir a explicaciones sobrenaturales, y por lo mismo, imposibles de comprobar empíricamente.

Resultado de imagen para zombies     Es por esta razón que no comulgo con temas sobrenaturales o de “metafísica”, todo lo publicado y dicho aquí es con una intención de evadirnos de la realidad (abrumadora, también en ocasiones) y divertirnos sin la intención de adoctrinar a nadie. Pienso que una mente lúcida es mucho más interesante que andar repitiendo lo que otros nos indiquen y actuar como zombies sin dirección impulsados solo por el mero instinto, y es que la necesidad de protección es algo también muy instintivo en los seres humanos, he ahí esta necesidad de muchos de creer, en lo que sea.

     Andres Roemer seguido pregunta: “¿Hay algo en lo que creas firmemente sin que lo puedas probar?” Yo respondería que creo en la razón humana que nos ayudará a ser mejores como especie, a lo mejor peco de ingenuo y probablemente esto sea mucho más fantástico que los ogros, brujas, el Yeti, los ovnis, fantasmas, los Ángeles, Papá Pitufo o cualquier otro ente imaginario.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

     Y prefiero creer en esto porque desafortunadamente los asesinos seriales, los violadores, los secuestradores y los políticos corruptos entre muchas otras alimañas son terriblemente reales. Y entonces es cuando me gusta pensar que sería fabuloso que existieran Batman o el Hombre Araña, sé que no existen, que no son reales, pero me gustaría, a veces, creer en ellos, y entonces podría darle la razón a mi alumna en su definición de creencia.

viernes, 30 de agosto de 2019

BORN TO BE FREAK. (2a. Parte, los años 70's)






Resultado de imagen para la guerra de las galaxias poster     Hace mucho tiempo, en esta misma galaxia, en el año de 1977 para ser más precisos, ya habíamos dejado la ciudad de León Guanajuato y vivíamos en la gloriosa ciudad de México y fue precisamente en ese año que mi santa Madre me llevó al cine a ver una película que cambiaría mi vida, afirmando mis tendencias “frikis” definitivamente, el filme fue, obviamente, “La Guerra de las Galaxias. Recuerdo que fuimos al cine “la Raza” que estaba algo retirado de casa, era un cine grande, esos que ya no existen ante el advenimiento de los complejos de salas múltiples y el ver la secuencia inicial en una sala enorme, con una pantalla más grande que la vida misma, en donde dos naves espaciales luchaban, la aparición del villanísimo (después venido a menos, ni hablar) Darth Vader, el escape de los robots “Arturito” y “Citripio” (R2-D2 y C3-PO, que era como los habíamos castellanizado en aquel entonces) por el desierto, la aparición de Luke Skywalker, Ben Kenobi, Han Solo y Chewbacca en sus increíbles aventuras a bordo del Halcón Milenario y muchas escenas que todos conocemos bien fueron una experiencia de esas de “una vez en la vida”, de hecho, esta fue por muchos años mi película favorita, y es que la verdad, en ese año, no existía nada mejor para un niño de siete años.

     Está de más decir que Star Wars fue un fenómeno, no solo de taquilla, sino cultural, provocó que muchos niños nos interesáramos por la Ciencia Ficción, los géneros fantásticos y hasta la ciencia misma (la astronomía, de manera más específica, irónicamente, porque aunque Star Wars es Sci-Fi, apela a fuerzas sobrenaturales como la fuerza y demás analogías con las filosofías orientales y del New Age, pero éste sería el inicio de mi camino hacia el escepticismo y a la verdadera ciencia), así que podemos decir también que parte de esta revista es consecuencia de ella, bendito George Lucas...

     Pronto aparecieron copias de nuestra otrora película favorita, recuerdo filmes como la súper kitsch “Star Crash”, con Christopher Plummer, o “Batalla más allá de las Galaxias” de Roger Corman, que era más bien un “revisión” de los Siete Samurais de Kurosawa ambientada en el espacio exterior.

Mexican poster for Starcrash.  Resultado de imagen para battle beyond the stars poster

     Pero si de estas películas que pretendieron aprovechar el éxito de Star Wars destacó una, fue la “película” que se llamaba: “Galáctica: Astronave de Combate” que se exhibía con un sonido especial llamado “Sensorraund”; y digo película entre comillas por que se trataba en realidad del piloto de una serie de televisión que veríamos muy pronto.

     Ciertamente “Galáctica” era visualmente casi una calca de Star Wars (comprensible hasta cierto punto, ya que John Dykstra, quien realizó los efectos especiales, era el mismo que había trabajado con Lucas), pero la saga de Glen A. Larson desarrolló una mitología propia. Basada en los libros seudocientíficos de Erich Vön Daniken, Galáctica trataba sobre el éxodo de nuestros hermanos cósmicos quienes huían de la tiranía de una raza de robots llamada Cylones (Cylons, originalmente, pero en esa época todo se castellanizaba de alguna manera). Los mismos Cylones, así como la nave Galáctica y sus personajes: el Comandante Adama, los pilotos Apolo y el sarcástico Starbuck, así como del perro robot “Muffit-2” nos brindaban nuestras buenas dosis de Sci-Fi por televisión alegrándonos la existencia.


Resultado de imagen para battlestar galactica 1978 poster

     Pero no todo era Space-Opera en la Sci-Fi, también por aquellos años Steven Spielberg nos ofreció una película visualmente sorprendente, aunque basada también en una seudo-ciencia (la Ufología, específicamente), la película fue “Encuentros cercanos del Tercer Tipo” que nos ofrecía una “invasión” de Objetos Voladores No Identificados con un propósito que resultaría más bien benévolo, la combinación de la música y los sorprendentes efectos especiales convencieron al más escéptico inclusive.

Resultado de imagen para close encounters of the third kind poster

     Una de las principales consecuencias de este boom de la Sci-Fi fue sin duda el regreso de una vieja serie de televisión que se convertiría en una importante franquicia cinematográfica: “Viaje a las Estrellas, la película”. Confusa, algo larga y hasta incomprensible para niños menores de siete años ya que a diferencia de las sagas anteriormente mencionadas, ésta se apoyaba en conceptos más científicos, aunque no la entendí del todo, sus alucinantes imágenes bastaron para atraparnos de alguna forma y garantizar que volveríamos al cine a ver las aventuras del Capitán Kirk, del Señor Spock y demás miembros de la tripulación del Enterprise en el cine.

Resultado de imagen para star trek the motion picture poster

     Pero no todo era Ciencia Ficción para aquel pequeño “Freak”, los súper-Héroes también volverían al año siguiente (1978), solo que en el cine con la extraordinaria película de “Supermán”, con el que muchos consideramos como el Clark Kent definitivo: Christopher Reeve. La publicidad nos decía que “Creerás que un hombre puede volar” y la película cumplió su promesa, claro que actualmente los efectos especiales han superado a la técnica del film de Richard Donner, pero en esa época eran de antología. Supermán fue siempre uno de los héroes de nuestra infancia que adquiría vida de una manera simplemente impresionante.

Resultado de imagen para Superman the movie poster

     Pero los súper héroes también crecerían en los comics, al menos para mi, un tío al que quise mucho leía muchas revistas que yo desconocía, y cuando lo íbamos a visitar a su casa era siempre para mi una fiesta ya que tenía un mueble muy pesado (creo que era una cava) que tenía que empujar con todas mis “juerzas” (que no eran muchas, desafortunadamente, así que nunca pude descubrir el tesoro en su totalidad) en donde descubrí que guardaba muchas revistas y ahí conocí muchos “cuentos” del Hombre Araña, pero también de unos súper héroes que no conocía, entre los que destacaban “Los Cuatro Fantásticos”, leer las aventuras de Reed, Sue, Johnny y de Ben contra villanísimos como El Doctor Doom, el Hombre Topo o Galactus en un entorno súper heroico mezclado con Sci-Fi, así como conocer a otros personajes que aparecían ocasionalmente como “El Deslizador de Plata” o “Thor” eran una gozada…

  Resultado de imagen para El hombre araña macc división historietas   Imagen relacionada

     Pero mi tío leía también unas revistas en inglés, unos comics para “adultos”, él leía unas revistas que se llamaban: “Heavy Metal”, “Creepy” y “Vampirella” entre muchas otras… Ciertamente se me revelaban otros universos y realidades, pronto nombres como Boris Vallejo, Frank Frazetta, Richard Corben, Moebius y muchos otros se convertirían en referentes obligados. Como eran en inglés yo no podía leerlos, pero si los hojeaba, y sus sorprendentes imágenes me trasladaban a mundos fantásticos e increíbles. Creo que el no saber inglés en esa época me ayudó a desarrollarme como escritor, aunque yo no sabía eso en aquel entonces, ya que al no comprender las historias yo mismo me inventaba las posibles tramas de esas revistas, y creo que algunas de mis propias historias eran mucho mejores que las que escribían los autores originales, eso lo constaté ya mayor y con conocimiento de causa.

Resultado de imagen para frank frazetta B&W art  Imagen relacionada

     También, a finales de esa década maravillosa se estrenó una película que no vi en su momento, por que no me interesaba en ese entonces y por que además era para “Adolescentes y Adultos”, sin embargo, fue un filme de esos que hizo época, el soundtrack, interpretado en su mayoría por el grupo musical “The Bee Gees” sonaba prácticamente en todas las estaciones de radio, en fin, fue tal su éxito que fue una gran influencia en diversos programas de televisión, anuncios y en la moda de vestir, así que aunque no la hubieras visto sería una influencia importante, ¿su título? “Fiebre de Sábado por la Noche”, desde luego, con una figura que también sería un ícono de esa época: John Travolta.

     Grupos como Kiss, Abba, Tavares y muchos otros sonaban en la radio, musicalizando la primera parte del soundtrack de nuestra vida, al igual que éxitos deantaño que todavía sonaban fuerte: The Beatles (que apenas tenían unos pocos años de haberse separado), Elvis Presley y muchos otros más…

Resultado de imagen para 70's disco music collage

     La televisión nos ofrecía Galáctica, pero también una serie que nos marcaría definitivamente: “Hulk, el Hombre Increíble” con la dupla de Bill Bixby y Lou Ferrigno como David Banner y el Hulk respectivamente. También veíamos a finales de la década “Odisea Burbujas”, un programa que nos deleitó a varias generaciones de niños mexicanos ofreciéndonos aventuras y cultura con los imaginativos viajes que el profesor Memelovsky y sus asistentes, Patas Verdes, Mafafa Musguito, Pistachón Zig-Zag y Mimoso Ratón (un sapo, una lagartija, un abejorro y un pequeño ratón, respectivamente) realizaban por el espacio, el tiempo y el mundo de la imaginación mientras se enfrentaban al malvado Eco-Loco, miembro del CYDA (En serio, así se llamaba, ya que eran las siglas de: Contaminadores Y Destructores Anónimos).

Imagen relacionada  Imagen relacionada

     De Japón nos llegó una serie que también hizo época: “Señorita Cometa”, en donde una “Aprendiz de Hada” tenía que trabajar como institutriz (la verdad era la “chacha”) de dos traviesos niños que se llamaban “koji” y “Takeshi” (nombres que le valieron el apodo a muchos de nuestros amiguitos). “Señorita Cometa” era una serie fantástica llena de magia, mezcla de animación y acción real, títeres, y efectos especiales, realmente la extrañamos.
También, en aquel entonces, en canal 13, que en esa época era del gobierno, transmitieron una fantástica y alucinante serie inglesa: “Doctor Misterio” (sí, el mismísimo Doctor Who),quien era un tipo muy simpático de unos cuarenta años con peinado a la “Afro”, gabardina y una larga bufanda de rayas de colores que viajaba por el espacio y el tiempo en su máquina llamada TARDIS que en su exterior tenía la forma de una cabina de teléfono inglés, pero que en su interior era enorme. Muchos años después descubriría que el Doctor era un extraterrestre que podía cambiar de cuerpo hasta doce veces, la encarnación que conocimos en aquel entonces era la cuarta interpretada por el genial Tom Baker, pero esa es otra historia…

Imagen relacionada

     La verdad, fueron buenos tiempos para ser un pequeño Freak, aunque las cosas cambiarían con la llegada de una nueva década que nos ofrecería nuevas emociones, comics, películas, programas de televisión así como de algo nuevo que se llamaría: “Video Juegos”, mismos de los que les hablaré en la próxima entrega. 

martes, 27 de agosto de 2019

MAD. Crónica de una muerte más o menos anunciada.


Sería el año de 1975 o 1976 cuando tuve conocimiento de la revista MAD, mi papá llevó una a casa y por alguna extraña razón no nos permitió a mis hermanos y a mi hojearla (esto se salía de lo común, ya que era raro lo que mis padres nos prohibían leer, es más, fuera de una Playboy que compró mi padre y esta fueron las únicas cosas que nos prohibieron). Recuerdo la portada, el icónico rostro de Alfred E. Newman que abarcaba casi toda la cubierta, y él a su vez, se encontraba medio cubierto por una especie de neblina verde.

A escondidas y con descuido de mi padre, o tal vez, dejándola él a propósito a nuestro alcance por quien sabe qué extraña pedagogía conductista para nuestra educación, la pude hojear. Sólo recuerdo un chiste, el de un arquitecto que le dejaba los planos a los obreros de una construcción y con los mismos aplastaban una mosca, dando como resultado la construcción de un edificio que en el frente marcaba la gigantesca silueta de la mosca en relieve, para mi joven edad resultó graciosísimo.
Ahora entiendo que la razón por la cual no nos permitían verla de niño era por el espíritu irreverente de la revista misma, y es que MAD (Locura, en una traducción literal), desde su primera aparición original en USA en 1952 por el editor William M. Gaines, como respuesta a la censura y caza de brujas ante las revistas de historietas debido al ambiente anti-comunista que permeaba a Estados Unidos, fue siempre una publicación trasgresora que se caracterizaba por sus sátiras al cine, la televisión, la política y en general al “American Way of Life” mismo.

No recuerdo mi siguiente encuentro con la revista MAD, pero seguramente fue la edición mexicana que se editaba desde Monterrey bajo el título de “MAD EN ESPAÑOL” que se publicaría desde Mayo de 1978 hasta una edición especial en 1983, publicando un total de 51 números y algunos ejemplares especiales. Esta edición se caracterizaba sobre todo por su traducción con demasiados localismos (e innumerables faltas de ortografía y redacción, que, hay que decirlo, le brindaban cierto encanto), esto no era nada malo, por el contrario, hacía que la revista fuera no sólo más cálida y divertida, sino más cercana a nuestra idiosincrasia. Un ejemplo fue la parodia de la película “El Imperio Contra-Ataca” (El Imperio contra KK) en donde encontramos este delicioso diálogo de cuando Darth Vader pelea contra Luke (Lucas) Skywalker:

Vader: ¡Lucas, fuiste un verdadero estúpido al querer salvar a tus amigos! ¡Tu destino está conmigo, únete a MI!
Lucas: ¡Never de limón!
Vader: ¡Te daré saludpodery hasta una galaxia entera
Lucas: ¡No! ¡No me convencerás! ¡¡Sácate!!
Vader: …y te daré chavas que son unos cueros!
Lucas: ¡Er… ¿y cuántas chavas?!


De esta manera conocimos a muchos artistas como el inefable Sergio Aragonés, a Don Martin, Dave Berg con su imprescindible sección de “El lado amable de…”, Mort Drucker y Jack Davis con sus parodias de películas, Al Jaffe y Duck Edwing entre muchos otros más, destacando, para esta edición regiomontana, también con parodias de cine y televisión, el arte de Sergio Flores M.
Posteriormente, en 1985 aparecería una segunda edición regia con el “usual equipo de idiotas”, Sergio Flores incluido, ahora con el título de “MAD EN MÉXICO”; esta edición contaba con menos páginas pero el mismo espíritu corrosivo de siempre, tratando temas como el Rock, el mundial de fútbol México 86 y la Jackson-manía entre otros temas, sin faltar las parodias de cine y televisión. MAD EN MËXICO tendría apenas treinta números para desaparecer de nuestro país por casi una década.


En ese periodo fue que comencé a leer la edición gringa, y para mi sorpresa descubrí algo que no era patente en las ediciones mexicanas, y es que el MAD original también se hacía espacio para la parodia y la crítica política, personajes como Bill Clinton, Richard Nixon o los Bush eran su “péguenle al negro”, en la actualidad hacen escarnio de Donald Trump, también fue en ese periodo de post-adolescencia en que me di cuenta que el humor gringo era muy diferente al humor mexicano, así que entendí que la tropicalización de la edición de Monterrey no sólo fue chistosa, sino también bastante ingeniosa y ocurrente, me atrevo a afirmar que es la mejor edición mexicana de la revista que se ha editado, con todo y sus errores ortográficos y de redacción.

Posteriormente se editó una tercera impresión mexicana también llamada MAD EN MÉXICO, dirigida por el Maestrísimo Sixto Valencia (q.e.p.d.). Esta edición corrió de 1993 al 2004 ya desde la ciudad de México, con mejor calidad de papel, en esta destacarían las aportaciones de autores mexicanos como Jesús Jiménez Rubí (Chuy), Alberto “El Negro” Hinojosa, el mismo maestro Sixto y algunos trabajos experimentales de Frik y José Quintero que aunque excelentes, estos últimos desentonaban un poco  con el espíritu de la revista.

Esta edición se caracterizó por presentar algunas traducciones más literales, vamos, le faltaba la tropicalización, además de que en los primeros números se tomaron la libertad de colorear los primeros números (Chisme al margen: Alberto Hinojosa me contó que él fue quien acusó al maestro Sixto con Sergio Aragonés del coloreado, y de inmediato los editores de USA ordenaron que se dejara de colorear, curiosamente, al poco tiempo, el MAD gringo empezó a realizar ediciones en color). Siendo honestos, esta edición no fue muy afortunada, a pesar de contar con grandes talentos, incluso, algunas traducciones carecían de ingenio, al grado que en casos, como por ejemplo, la parodia de “The X-Files” le pusieron “¡Qué tipos!”, o la de Forrest Gump, la titularon así, simplemente, sin nada ingenioso u ocurrente.

            

Hubo una cuarta edición de Editorial Mina en donde destacaron los ingeniosos guiones de León Márquez y Genaro ltamira, en lo local, aparecieron artistas como Bachan, Augusto Mora y Pepeto entre otros, con el regreso de Sergio Flores, quien no apareció en la tercera edición, sin embargo, en cuanto al material original gabacho también adolecieron de traducciones bastante literales. Esta edición ha sido la más larga en la historia de la publicación en México, con 110 ejemplares, aunque curiosamente ha sido la menos popular (al momento de escribir estas líneas y documentarme creía que era parte de la edición anterior).

En la actualidad, editorial Televisa ha publicado recopilaciones de material ya viejo,
como un especial de Spy vs. Spy u otro de lo mejor de Sergio Aragonés, así como un especial con casi todo el material que parodiaba súper héroes y de manera más reciente uno sobre el actual presidente de E.U. Donald Trump, con traducciones que también se quedan en lo literal y sin autores mexicanos.

El día dos de julio se empezó a correr en las redes un rumor que tristemente se confirmaría al día siguiente, la revista MAD original en Estados Unidos cierra; esta revista tiene al momento de escribir estas líneas una continuidad que data desde 1952, con un total de 550 números en su numeración mensual original y nueve ejemplares con nueva numeración y periodicidad bimestral hasta el momento, abarcando así casi 70 años de publicación, la revista continuará publicándose por dos números más al momento de escribir estas líneas y continuarán editándose números con material “clásico” hasta que termine el periodo de vencimiento de lectores subscriptores.

¿Por qué cierra entonces esta revista, que es toda una institución en cuanto al humor y la parodia? La explicación más obvia se debe a las bajas ventas de la publicación, en estos tiempos de inmediatez el competir con publicaciones digitales parece ser una insensatez, y tal vez haya mucho de cierto en esto, sin embargo, uno no puede dejar de cuestionar si hay otros factores más “obscuros” detrás de esto.

El mes de junio pasado salió a relucir la noticia de que el New York Times dejaba de publicar caricaturas políticas, al razón dicen se debió a que…

"Los inconformes aseguran que esta medida se da después de que el rotativo publicó una caricatura con la imagen de Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, como un perro guía, con la estrella de David colgando de su collar, llevando a un presidente Trump con una kipa en la cabeza, dibujada por Antonio Moreira Antunes, un caricaturista portugués, que fue condenada por antisemita al usar imágenes de propaganda nazi."(https://veme.digital/no-mas-caricaturas-politicas-en-el-nyt/).


También, el primero de junio de este año, al caricaturista canadiense Michael de Adder le fue cancelado su contrato en el Brunswick News justo después de haber publicado una caricatura en donde Donald Trump está jugando golf y se encuentra un par de cadáveres de refugiados a los que les pregunta: “¿No les molesta si juego aquí?”. Adder mismo dijo al Washington Post que… “El único tema que se me dijo que era tabú es Donald Trump” (https://www.politico.com/magazine/story/2019/07/01/the-end-times-of-the-political-cartoon).


Parece demasiado coincidente que la revista MAD cierre justamente en estos momentos, sobre todo si revisamos que en recientes ejemplares el escarnio hacia el presidente de Estados Unidos es más que patente, presentándolo como uno de los gobernantes más estúpidos y grotescos con los que Norteamérica ha tenido, ya saben, sospechosista que es uno.

Mas podría haber un tercer factor, aunado a estos dos anteriores, y es que el cierre de esta revista se deba efectivamente a las bajas ventas de la revista en una época en donde la corrección política y la exigencia de una inclusión forzada a las “minorías” (raciales, religiosas, de género o de gustos cinematográficos inclusive) no den lugar a una revista de este tipo, convirtiéndola en algo tal vez obsoleto.

Al igual que los Supermachos de Rius, la revista MAD procuró divertirnos antes que nada, no olvidemos que esa era su misión y su visión, entretener empleando el humor más corrosivo e inmisericorde posible, Y al igual que nuestro maestro michoacano, nos ayudó en algunos momentos a tomar conciencia del mundo en que vivíamos. Alfred E. Newman ha muerto. ¡Que viva el bufón!

miércoles, 19 de enero de 2011

Born to be Freak (1a. Parte, los años 70's)

Nota: Este artículo se publicó originalmente en la revista “Fantasci N.11 y es la primera de varias partes, sólo se publicaron las dos primeras partes debido a que la publicación llegó a su fin, así que continuaré con esta serie hasta terminarla. Esta es una versión revisada, corregida y aumentada, espero les guste.

Desde que recuerdo, siempre he sido un freak… Bueno, mis primeras memorias Frikosas vienen desde los años setenta, que es cuando viví mi primera infancia (de hecho, en la vida dé cada uno hay varias infancias más, ¿cuántas? No lo sé, pero ahorita voy como en la cuarta o quinta).

Eran buenos tiempos aquellos, mi capacidad de asombro estaba en su máximo esplendor y todo era nuevo y maravilloso, les hablo de mediados de la década, una época que a muchos de mis lectores les parecerá ya una película de época: no había i-pods, teléfonos celulares o internet (vamos, ni siquiera había computadoras personales); tampoco había DVD’s ni Blu-Rays, es más, ni siquiera había videocaseteras, así que si querías ver una película tenías que ir al cine o verla en televisión, cuando alguna cadena se dignara a programarla (en donde dice cadena lean: “Televisa”, ya que era la única televisora que existía, aunque ya había canal 13 que era aburridísima al ser la televisión del gobierno).

Uno de los máximos entretenimientos que podía tener un niño, aparte de solo un par de horas de dibujos animados en la televisión (de veras, había muy pocas caricaturas en ese entonces, recuerdo “caricaturas” como King-Kong, Meteoro, La Princesa Caballero y obviamente todas las animaciones de Hanna-Barbera y la Warner Brothers), eran los comics, claro que nosotros les llamábamos “cuentos” en ese entonces; recuerdo que una vez por semana mi papá nos traía una pequeña dotación de historietas a mis dos hermanos y a mí, casi siempre eran de editorial Novaro en un formato a media carta que le llamaban Tamaño águila”, que fue muy popular en México inclusive hasta principios de los años noventa, y papá nos traía títu­los como: El Conejo de la suerte (Que era como se le conocía Bugs Bunny en aquellos entonces), Porky, La Zorra y el Cuervo, varios títulos de Walt Disney, El Llanero Solitario, Fix y Foxy, La Pequeña Lulú, Súper-Ratón, Periquita, Lorenzo y Pepita y un largo etcétera; ocasionalmente nos llevaba al centro de la ciudad (León Guanajuato, que era donde vivimos hasta el 77) y podíamos escoger el cuento que quisoéramos, en una de esas me tropecé con uno de Riqui Ricón que elegí a instancias de mi mamá, mi hermano mayor compró un Supermán, ¡Ha, los súper-héroes fueron un gran descubrimiento!

En aquellos entonces transmitían una de las primeras versiones de “Los Súper Amigos” por televisión (ya empezábamos a dejar Plaza Sésamo en paz, aunque marcaría indeleblemente nuestra existencia… ¡Maña, maña!) y así conocería uno de los géneros que más me apasionarían (junto a los cuentos de Batman y Superman, desde luego): Los Súper héroes. Batman, Superman, La Mujer Maravilla, Aquaman, Linterna Verde y Flecha Verde se convertirían en figuras paradigmáticas.

Sin embargo, fue una “nueva” caricatura la que me enloquecería: “El Sorprendente Hombre Araña”, recuerdo muy bien el episodio de su origen y de lo dramático que era ver a Peter Parker llorar ante la muerte de su tío Ben (a pesar de que traía la máscara puesta); la siguiente vez que mi papá fue a trabajar le pedí que me trajera un cuento del Hombre Araña (no sabía en aquellos entonces que había comics de Spidey, pero como yo lo veía por televisión al igual que Supermán, Batman, Et. Al., supuse que debería haber). Bueno, pues mi santo padre cumplió y me trajo un “cuento” de “El Sorprendente Hombre Araña” de una editorial diferente a Novaro (la famosísima Macc División Historietas, fue el número 105, por cierto) No recuerdo si ya sabía yo leer (lo dudo), pero la secuencia de los dibujos era bastante dramática e impresionante; desde entonces el Señor Parker y yo hemos sido muy buenos amigos.

También en esa época de mediados de los setenta descubriría la Cien­cia Ficción gracias a la serie de Viaje a las Estrellas, el Señor Spock se convirtió en todo un ícono, al igual que la nave Enterprise, nos gustaba mucho a mi hermano mayor, Jorge; él me avisaba y siempre veíamos las aventuras de nuestros viajeros en el espacio, ya fuera la versión en acción real o la animada; sin embargo, en esa época, lo que me enloqueció ha­cia la Sci-Fi fueron las dos series de Televisión (la animada y la de acción real) y las películas de “El Planeta de los simios”, yo no sabía en ese en­tonces que era siquiera la Ciencia Ficción, pero las aventuras de Virdon, Burke y el “amigo Galen” (así le decíamos mis amiguitos y yo al simio que ayudaba a nuestros héroes) eran lo máximo, siempre quería jugar con mis amigos al Planeta de los simios y ellos también (aunque recuerdo que ellos empezaron a hartarse antes que yo…) También fue por esa época que entre muchas películas de Walt Disney (La Noche de las Narices Frías, La Dama y el Vagabundo, El libro de la Selva, La Espada en la Piedra, Mary Poppins, las de El Cupido Motori­zado, etc.) mi papá nos llevó al cine a ver películas como Tiburón, King Kong (la versión de esa década con Jessica Lange) y funciones dobles con episodios de Superman en glorioso blanco y negro con George Reeves, recuerdo en particular “Superman contra los hombres Topo”, una de las favoritas de mi padre; también algunas de Hércules con Steve Reeves y Melody (Bueno, esa película no es Freak, pero sirve para ambientar la década); mención aparte tienen: “Santo contra las Lobas”, “Santo y Blue Demon contra los Monstruos” y “Kalimán en el Siniestro Mundo de Hu­manón”, películas de manufactura mexicana de ínfima calidad, pero que ante mis pueriles ojos eran fascinantes, ¿y por qué negarlo?, eran bastante divertidas.

Pero hay tres películas que recuerdo con especial afecto: Primero está “La Guerra de los Mundos” de George Pal, la escena final en que la nave extraterrestre se estrellaba y la mano del marciano muerto asomaba nunca podré olvidarla.

La segunda de estas películas inolvidables sería “2001:Odisea del Espacio”, película incomprensible pero fascinante (calculo que tendría entre cinco o seis años cuando el bárbaro de mi padre nos llevó a verla), las imágenes de los simios ante la “tabla” que los dotaba de inteligencia, así como las escenas de los vuelos espaciales, la batalla de Bowman contra Hal y la evolución y viaje trascendental de Bowman (claro que en ese entonces no lo entendía, me refiero a las escenas) resulta­ron ser, literalmente, todo un viaje.

Pero mi favorita (y actualmente sigue siendo mi película favorita de todos los tiempos) fue sin duda “El Ladrón de Bag­dad” de Berger y Powell, las aventuras de Sabú y el príncipe Ahmed siguen siendo maravillosas, el viaje en la alfombra voladora, el robo del pan árabe endulzado con miel, el caba­llito volador o la muñeca asesina son imágenes que siempre recordaré, curiosamente, la escena que nunca olvidé fue cuando el joven Sabú canta “I Want to be a Sailor” para darse valor ante un inminente peligro ha sido la escena que recuerdo con más cariño, esta película le tengo también un especial cariño por que fue la primer película subtitula­da que comprendí sin que papá o mamá me la leyeran (tradición que se ha perdido actualmente al darnos todo doblado… suspiro…). Como ve­rán, la mayoría de estas películas eran reestrenos que uno podía ver en cine, por que como mencioné líneas arriba, solo así podía verlas uno.

De esa década recuerdo también haber descubierto el espionaje (an­tes que la labor detectivesca, que aunque parecidas, son muy diferentes), no sé de donde tuve conocimiento de James Bond y recuerdo que un día le dije a mi mamá que quería ver algo de James Bond, entonces ella me llevó ante el televisor y descubrí algo fascinante: ¡El Súper Agente 86! Desde entonces no he dejado de agradecérselo (y ella no ha dejado de lamentárselo, ¡Maxwell Smart le cae gordísimo!).

En esa época veíamos también programas como “Mis­ter Ed: El caballo que habla”, la familia Munster, Mi Bella Genio, Hechizada y los fantásticos “Los locos Addams”, también veíamos “de vaqueros”: “El Llanero Solitario”, “Bonanza”, “Espías con Espuelas” y recuerdo que no me dejaban ver “El Gran Chaparral” porque era muy violenta (apenas la he visto ahora, ¡y es buenísima!); en la pro­ducción local veíamos El Chavo del Ocho y el Chapulín Colorado, sabíamos de la existencia de “En Familia con Chabelo”, pero nunca nos llamó la atención.

¡Cielos, quería hacer una entrega por cada década, pero apenas voy a mitad de los años setenta, así que continuaré hablando de esta década prodigiosa en la siguiente edición, en donde los seres procedentes de una galaxia muy, muy lejana confirmarían mi vida Freak