Hace ya un tiempo, una alumna mía me preguntó a cual signo zodiacal pertenecía, con la mayor cortesía de mi parte le hice saber que no creo en la astrología a lo que ella me respondió que la palabra “creencia” significaba “falta de conocimiento”. No me parece una definición del todo errónea, aunque personalmente por creencia yo siempre he interpretado esa palabra como la “aceptación de algo sin un valor fundamentado”. Para no errarle, la definición del Pequeño Larousse Ilustrado versa: “Asentimiento y conformidad con una cosa” y en una segunda acepción dice: “Completo crédito prestado a un hecho o noticia”. Después mi alumna me habló que ella había estudiado además la Cábala, Quiromancia y demás cosas.
Es curioso que el hecho de que si a uno le gusten cosas como la Ciencia Ficción o la Fantasía lo conviertan a uno en blanco para tratar de venderle ideas seudocientíficas o simplemente considerarlo a uno como un gurú de lo sobrenatural (neta, me ha pasado). La verdad de las cosas es muy diferente, el hecho que me gusten las películas de terror, específicamente de fantasmas, en un caso dado o en monstruos o vampiros no implica que crea en ellos (otra alumna me contaba que tras leer La Biblia de los Vampiros le había cambiado su forma de pensar, si, creía que los vampiros existen…), de hecho, el gusto por estas cuestiones es precisamente por el hecho mismo de ser irreales ¿no sería muy aburrido y cotidiano que existieran realmente esas cosas?
Es lo mismo con los fans de cualquier otro género o afición, vamos, el hecho de que me guste el fútbol americano o el basketball no implica que sea jugador profesional o que siquiera los practique a nivel aficionado (en una nota más idiosincrática y políticamente incorrecta, el hecho de que me gusten los musicales no me hace gay).
Mantener una postura escéptica basada en la razón es una de las cosas más difíciles de comprender para muchas personas que piensan que uno es menos espiritual, casí, casi el Anticristo o el Chamuco mismo, y que es necesario creer en algo (no hablemos de mi ateísmo, cada vez más recalcitrante ante el fanatismo y el descaro mercachifle de ciertas sectas y agrupaciones), pero son el mundo material y el de la razón lo que nos atan a la realidad, fascinante en si misma con sus misterios de la naturaleza misma sin tener que recurrir a explicaciones sobrenaturales, y por lo mismo, imposibles de comprobar empíricamente.
Es por esta razón que no comulgo con temas sobrenaturales o de “metafísica”, todo lo publicado y dicho aquí es con una intención de evadirnos de la realidad (abrumadora, también en ocasiones) y divertirnos sin la intención de adoctrinar a nadie. Pienso que una mente lúcida es mucho más interesante que andar repitiendo lo que otros nos indiquen y actuar como zombies sin dirección impulsados solo por el mero instinto, y es que la necesidad de protección es algo también muy instintivo en los seres humanos, he ahí esta necesidad de muchos de creer, en lo que sea.
Andres Roemer seguido pregunta: “¿Hay algo en lo que creas firmemente sin que lo puedas probar?” Yo respondería que creo en la razón humana que nos ayudará a ser mejores como especie, a lo mejor peco de ingenuo y probablemente esto sea mucho más fantástico que los ogros, brujas, el Yeti, los ovnis, fantasmas, los Ángeles, Papá Pitufo o cualquier otro ente imaginario.
Y prefiero creer en esto porque desafortunadamente los asesinos seriales, los violadores, los secuestradores y los políticos corruptos entre muchas otras alimañas son terriblemente reales. Y entonces es cuando me gusta pensar que sería fabuloso que existieran Batman o el Hombre Araña, sé que no existen, que no son reales, pero me gustaría, a veces, creer en ellos, y entonces podría darle la razón a mi alumna en su definición de creencia.
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